domingo, 26 de abril de 2009

Ideales


Suena hasta romántico eso de conservar tus ideales hasta la muerte: Nacer de izquierdas y morir de izquierdas, o viceversa. Suena íntegro decir que, si ganaras la lotería, lo donarías todo al Tercer Mundo porque jamás renunciarías a tu vida humilde y sencilla de siempre.
Suena idílico, sí; pero no humano: Lo humano es opinar de ‘lo que haríamos si...’ de forma idílica y políticamente correcta porque en realidad sabemos que algo así no nos sucederá en la vida.
Es muy fácil ser contrario al aborto o a las uniones entre homosexuales cuando nunca te ha tocado (ni estimas que te tocará) de cerca.
O ser abiertamente xenófobo y no querer salir de esa burbuja hermética en la que vivimos por miedo a cambiar de opinión. ¿Entiendes lo que quiero decir?
Parece que asusta acabar comiéndonos nuestras propias palabras (¡con lo buenas que están!), o entonar un ‘mea culpa’ distinto al del tracto urinario. Parece que nos resistimos a evolucionar; que nos hemos estancado en el Homo Sapiens cuando a estas alturas ya deberíamos andar por el Homo 2.0.
Digo esto porque, desde que me junto con tanto artista le estoy agarrando el gusto a cambiar de opinión cada 10 minutos. Sólo de este modo (siguiendo la corriente ideológica de cada persona) he llegado a comprender los motivos de una sociedad que primero vive y luego piensa en consonancia (y no al revés).