domingo, 26 de abril de 2009

Ideales


Suena hasta romántico eso de conservar tus ideales hasta la muerte: Nacer de izquierdas y morir de izquierdas, o viceversa. Suena íntegro decir que, si ganaras la lotería, lo donarías todo al Tercer Mundo porque jamás renunciarías a tu vida humilde y sencilla de siempre.
Suena idílico, sí; pero no humano: Lo humano es opinar de ‘lo que haríamos si...’ de forma idílica y políticamente correcta porque en realidad sabemos que algo así no nos sucederá en la vida.
Es muy fácil ser contrario al aborto o a las uniones entre homosexuales cuando nunca te ha tocado (ni estimas que te tocará) de cerca.
O ser abiertamente xenófobo y no querer salir de esa burbuja hermética en la que vivimos por miedo a cambiar de opinión. ¿Entiendes lo que quiero decir?
Parece que asusta acabar comiéndonos nuestras propias palabras (¡con lo buenas que están!), o entonar un ‘mea culpa’ distinto al del tracto urinario. Parece que nos resistimos a evolucionar; que nos hemos estancado en el Homo Sapiens cuando a estas alturas ya deberíamos andar por el Homo 2.0.
Digo esto porque, desde que me junto con tanto artista le estoy agarrando el gusto a cambiar de opinión cada 10 minutos. Sólo de este modo (siguiendo la corriente ideológica de cada persona) he llegado a comprender los motivos de una sociedad que primero vive y luego piensa en consonancia (y no al revés).

jueves, 26 de marzo de 2009

Lejos


Cada vez que necesito olvidarme de todo (en general) y de ti (en particular) me escapo al campo, me escampo, me exculpo, me esculpo, me escupo. Echo el cerrojo, arranco el carro, y me largo a coleccionar kilómetros y a comer insectos.
Puedes llamarme cobarde, si quieres. No me importa que me llames cobarde. Lo puedes gritar, si quieres. No te escucho: Estoy muy lejos de todo (en general) y de ti (en particular). Aquí no llegan tus gritos. Aquí no hay nada que me recuerde a ti (en general) y a tu cuerpo (en particular). Aquí las piedras no tienen pezones, ni los grillos el pelo rizado. Y hubiera algún grillo con el pelo rizado, lo piso y punto. Aquí soy más grande que tú (en general) y que todo (en particular). Los árboles no cuentan: no pueden correr. Yo, sí.
Estoy a más de 200 kilómetros de ti, rodeada de bosque (con su correspondiente merchandising): insectos que viven a su puta bola, bichos-bola que viven como putos insectos, cielo azuloscurocasinegro, una luna con el ascensor estropeado, estrellitas mariconas que parecen tachuelas mal puestas, y pelín de frío.
Hace viento, pero no lo suficiente para que me llegue tu olor. Tu olor a pupila. Me gustaba tu olor a pupila porque estaba ciego. Y aquí no hay pupilas. Los grillos son demasiado pequeños y estúpidos como para que sus ojos tengan pupilas.
Antes de llegar aquí me crucé con un lugareño. Me dijo que tuviera cuidado con los lobos, sobre todo por la noche.
Esperé a quedarme sola para romper a llorar. No me asustan los lobos (lo he hecho mil veces contigo), pero no soporto el suspenso. Me jode que sean otros, aunque se trate de lobos, los que tomen la iniciativa.
Aun así, pienso quedarme aquí el tiempo que haga falta. Con el motor encendido y el celular apagado. Me quedaré aquí, al menos, hasta que consiga olvidarme de tus cosquillas.

domingo, 22 de marzo de 2009

Pasión


El secreto está en la pasión. En estar convencido y emocionado por lo que haces.
Emocionado como el científico que se pasa media vida estudiando el mecanismo del bicho-bola, o el friki que colecciona necrológicas, o el que estudia en su tiempo libre, restándole horas al sueño, la ecuación exacta que defina el amor.
Sólo así podremos sacarle un sentido único y esencial a nuestra vida.
Sólo así podremos comernos el mundo con pan.
A mí me ha dado por escribir. Acerca de lo que veo, lo que escucho, lo que huelo y lo que toco (o lo que me gustaría tocar). Utilizo a las personas como personajes novelescos.
Y cada día me levanto pensando en una palabra distinta o en un texto rompedor. Siempre me empeño al máximo en crear un gran texto o un buen relato. Paso horas y horas tecleando, leyendo, tachando y sangrando por los ojos sin importarme una mierda el tiempo o el lugar. Lo mismo da escribir en mi carro, que en mi casa, en un café, en el zoológico (sección koalas) o en un burdel. Lo importante es escribir y escribir a todas horas. Llenar de historias miles de hojas en blanco.
Podría haber sido una científica empeñada en descifrar el mecanismo del bicho-bola (no lo descarto: para mi próxima vida, quizás...). Pero ahora sólo las palabras me quitan el sueño. Sólo mi sueño me quita el sueño.
¿entiendes ahora mis ojeras?

jueves, 12 de marzo de 2009

Me miento


No entiendo por qué, cuando estoy sola en mi carro, tengo que mentirle a mi propio espejo retrovisor. Lo miro y fuerzo los gestos del rostro mostrándole mi mejor cara, como para convencerle de lo guapa que soy, o algo así. De hecho creo que nunca me ha agarrado desprevenida.
Sin embargo, cuando estoy en compañía de cualquier persona, familiar, amigo o hombre precoito, no me fijo en absoluto en los gestos de mi cara, ni en mostrar mi lado bueno, ni en la sonrisa o la mirada que más pudiera favorecerme. Digamos que, con gente delante, me olvido de mi carcasa por completo.
Pero luego, al llegar a casa, me planto delante del espejo del baño y otra vez vuelvo a mentirme y a ponerle cara de estúpida. Vuelvo a buscar su aprobación.
Lo peor de todo no está en lo que cuento, sino en contarlo. Que mal que a mí me mienta y a ustedes les diga la verdad.

martes, 10 de marzo de 2009

amor...?

Amor???... qué es eso??... se come?...

Nah!!!... lo mío no es amor… es sólo fruto de mis carencias, traumas, complejos, trancas, etc., etc.…
Lo mío no es amor… las personas como yo no saben amar… ni siquiera logran amarse a sí mismas…
Lo mío no es amor… es sólo la patológica necesidad de sentirme acompañada, contenida, comprendida…
Lo mío no es amor... nada significa que piense todo el día en él y me desespere cuándo sé que tuvo un mal día...

Lo mío no es amor… pero puta que se siente parecido a cómo lo describen!!!

jueves, 19 de febrero de 2009

Pildoritas


Aspirina para el dolor de cabeza. Lorazepam para los atascos. Prozac cuando no hay trabajo. Redbull para el sueño. Viagra para vasodilatar los tiempos de crisis...
Alprazolam, Risperdal, Valium, Paxil, Ativam, Lexatin, visto queda: No hace falta rozar la ilegalidad para andar todo el día bien arriba. Puedes incluso llevarlas en la guantera de tu auto y a la vista de todos: No pasa nada. Serás un yonky socialmente aceptado, un adicto de salón, una víctima más del estrés urbano.
Sólo tienes que acudir a tu médico de cabecera, decirle que sufres de ansiedad, que te encuentras un tanto apagado y apático, y a vivir. Su receta será el billete que te lleve a tu propio paraíso artificial. Te sentirás bien siempre que quieras y tranquilo cuando lo necesites. Sin sentimiento de culpa: Cada viaje cuenta con el aval de un profesional de la medicina.
Y con el tiempo buscarás el atasco como excusa para meterte otra pastilla redonda bajo la lengua. Buscarás problemas por doquier para justificar cada nueva ingesta de cápsulas blancas y rojas. Y a tu creciente adicción le llamarás supervivencia. Y sólo así te sentirás la persona más feliz del mundo. De eso se trata, ¿no?


Al hablar de la cantidad de psicofármacos que puedes llevar en la guantera del auto me refiero a la guantera del auto de otro... compañero.
Tengo muchos... compañeros, ¿sabes?