La ansiedad y la depresión son enfermedades urbanas que se transmiten a través de los tubos de escape, de las horas punta, de los jefes con halitosis, de los amores imposibles, de los pelos como escarpias, de los eventos clandestinos, del cansancio, de las largas colas de "a pagar", de las colitas de "a devolver", de los seguros dentales con sarro, de la letra pequeña, de el trabajo, del desempleo, de la soledad, de la soledad, de la soledad...
...y lo peor de todo: ni la ansiedad ni mucho menos la depresión se pueden acariciar.