viernes, 20 de junio de 2008

Nada

Cuando aprovecho un silencio tuyo y te pregunto...
- ¿En qué estás pensando?
(...y tú me respondes...)
- En nada.
...no puedo evitar sentirme como al filo de un abismo que no soy capaz de abarcar. Me aterroriza saber que en realidad no estés pensando en nada, ni siquiera en blanco (porque el blanco al menos es un color, o puede que la ausencia de todos los colores, o un pigmento, o un adjetivo: ALGO; tú ya me entiendes...).
Y por muchas veces que lo haya intentado, sigo sin poder pensar en esa misma nada en la que tú piensas, ya sabes, cuando me meto en tu piel y trato de arrancar, una por una, cada conexión neuronal con la intención de no procesar lo que veo, o lo que escucho, o lo que huelo. Siempre sin éxito.
Ni siquiera las piedras pueden dejar de pensar en su musgo, quiero decir.
Sin embargo, aunque no comparta esa nada tuya, cada vez que me meto en tu piel no puedo evitar acariciarme, no puedo evitar la tentación de sentir el tacto de tu tacto en la punta de mi tacto (haciendo de nuestra particular orgía dérmica una partitura de poros en Braille deliciosamente acompasados).
Así que, cuando te pregunto eso de...
- ¿En qué estas pensando?
...siempre me separo de ti por culpa de tu nada pero me acerco más que nunca por culpa de ese todo que es tu piel...
...y entonces me haces sentir como lo que realmente soy: nada

No hay comentarios: