martes, 16 de diciembre de 2008

Y Lo Que Nos Queda...

Giro el volante con los dientes. Lo muerdo. Soy capaz de conducir mi vida presionando dos cochinos pedales.
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¿Quién necesita psiquiatras?
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La marcha atrás sólo está para agarrar carrera (y para no preñar taxímetros).
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Te chupo. Cruzo los dedos para que no me denuncies. Muerdo tu nuez: sabe a plancton. Te digo que me quiero con toda tu alma.
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Te digo que me gusta el sonido de las cremalleras. Me dices que te gustan las ranuras; me imagino que eres un adicto a los cajeros automáticos y a las máquinas de café.
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Me dices que conoces un lugar apartado que queda cerca. Te digo que conozco un mundo que no existe.
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Luego aparece un O.V.N.I. y aterriza justo en el techo de mi carro. Se abre una compuerta y salen Dios y Nietzsche de la mano, con sendas camisetas del Orgullo Gay. Saco el matarratas de la guantera y de un solo ffsshhh me encargo a los dos.
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No tengo nada en contra de los gays, pero no soporto las sorpresas.
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Suspiras. Acabo de apagar el motor. Eres un materialista.
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Me lames cosas que había olvidado.
Te lamo heridas que no duelen. Ahora sé que eres capaz de hacer 2 cosas a la vez.
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- La vida es muy extraña - me dices.
- Y lo que te queda...

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