Sé que con los años terminaré olvidando hasta cómo eran tus ojos o tus labios. No recordaré ni el tono de tu voz, ni tus gestos, ni tus manos. Pero ahora, en este asfixiante presente que se va cubriendo de polvo, no puedo apartar de mi mente cada pequeña arruga de tu frente. Y hoy, probablemente en el aire, en el cielo abierto sobre cualquier mar, te diriges a algún sitio trazando una aventura en el viento.
Aún me queda la esperanza de que el día que no sea capaz de recordar tu aroma o tu sonrisa, la vida revoltosa me acerque de nuevo a tus dominios. Pero ahora sólo dame una copa de olvido porque quiero dejar de sentir mi sangre arder. Y desde mi torre de marfil se despide la princesa de cuento que nunca fue real, y yo me asomo a la ventana de mi habitación y te busco entre las estrellas. ¿Dónde estarás?
Cuando te sea posible, en cualquier escala,
factura mi corazón de regreso.
Es urgente.
sábado, 17 de mayo de 2008
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