martes, 1 de julio de 2008

La Pintura De La Voz


Como bien dijo Voltaire: “La escritura es la pintura de la voz”. Escribimos para sacar fuera lo que no podemos tocar; para fosilizar cada sensación, cada sentimiento; para ordenar todas esas ideas que amontonamos en las estanterías de nuestra cabeza. Escribimos para entendernos, para leer lo que somos o incluso lo que nos gustaría ser. Escribimos para ganarle terreno al corazón (tanto al propio como al de aquella persona que se sienta dos pupitres más atrás, que te mira y te sonríe).
Cuando un adolescente se inicia en la escritura con su primer diario íntimo, en realidad está aprendiendo a soltar lastre, delegando su responsabilidad en unas cuantas líneas cerradas con candado y llave. Y es precisamente ese candado una parte esencial del diario. El candado demuestra que nadie puede entrar en nuestra intimidad. El candado demuestra que cada alma cuenta con su propia llave de acceso. Por eso, si te inicias en el arte de “pintar la voz”, como dijo Voltaire, te recomiendo que lo sueltes todo y que luego tires la llave al mar. Y si tu ciudad no tiene mar, a falta de poesía, siempre puedes usar el retrete.

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